lunes, 5 de diciembre de 2011

ETICA Y LIDERAZGO

En los tiempos en que vivimos se hace más necesaria la aplicación de principios éticos en todas las facetas de la actividad social, política o empresarial.
Adquieren mayor relevancia los perfiles de líderes que basen sus actuaciones en la búsqueda del bien común con honradez y responsabilidad.

Por ello  no es de extrañar la alarma que provocan casos como los de las indemnizaciones millonarias de ex-directivos de algunas Cajas de Ahorros que presentan graves problemas económicos. Es difícil de encajar por parte de la opinión pública que estos gestores no sean, de algún modo, responsables de la situación precaria a la que han llegado las entidades que dirigían. De hecho, en algunos casos eran los directivos los que primero “abandonaban el barco”, pero con los bolsillos llenos.

Si a esto añadimos que la ayuda para resolver esta situación financiera comporta la aportación de dinero público, el enfado del ciudadano parece más que justificado.

Algunos argumentaran que las indemnizaciones, pre-jubilaciones y similares seguramente son legales y que quienes firmaron estos contratos son también responsables. Pero también se pueden considerar inmorales en las presentes circunstancias. Será tarea del poder público convertir lo inmoral en ilegal.

Y no se trata de hacer demagogia: el perfil del líder no ha de ser simplemente el contenido de un capítulo de un libro de management o un punto en el temario de un master de administración de empresas de una universidad o escuela de negocios.
Incluso los que hace años que estamos en el mundo de la formación deberíamos entonar un “mea culpa” por dejar que estos tema fuesen algo accesorio o complementario.

Es hora de dar ejemplo real en la práctica de la gestión diaria, de demostrar que quien dirige se preocupa por el presente y futuro de su organización, de todo su capital humano y de su repercusión en la sociedad en la que opera.

Obviamente, tomar decisiones implica arriesgarse y poder cometer errores. Pero esos posibles errores de los directivos han de ser fruto de acciones que busquen la mejora de la organización, y el beneficio común, no el suyo propio.

Uno de los motivos por los que se produjo la crisis financiera fue el afán de conseguir altos beneficios, más pensando en los altos ingresos por “bonus” que obtendría el propio directivo, que el beneficio a largo plazo para la entidad. Esto llevó a la toma de decisiones con riesgo alto, pero con posibilidad de márgenes de beneficios muy elevados. Determinados comportamientos no pueden escudarse bajo el manto del “el fin justifica los medios” y el “en el mundo de los negocios todo vale”.

En realidad no hacen falta fórmulas magistrales para dotar de ética al liderazgo. Tan sólo actuar con sentido común y con el principio de “dar ejemplo” para ganarse el reconocimiento de toda la organización.



Artículo publicado en Expansión, 29-11-2011